Horizonte de sucesos

Ya lo decía el ilustremente imaginario Sherlock Holmes: el cerebro es como un almacén limitado. Cada caja de conocimiento que pongas en él es un espacio que no podrá cubrir otro conocimiento más importante. Por eso intentaría olvidar su recién adquirido dato: La tierra gira alrededor del sol. Ya en el real presente, aquí estoy yo para rellenar sus cerebros, cual embutido, con información innecesaria. Acompáñenme y les tontizaré tanto que se olvidarán de haber leído El retrato de Dorian Gray o de haberlo intentado con Ulises. Pero eso carecerá de importancia, porque ya no querrán presumir de haber leido al señor Joyce, puesto que estarán en la cresta de la ola cibernética con un buen puñado de admiradores a los que, al no tener que ver la cara tampoco tiene que molestarse en adecuar la suya propia a los canones que marca la aburrida y tediosa vida social clásica.

Pero no sólo basta con el conocimiento de los nuevos iconos a los que me refiero con esta serie de artículos. Es necesario saber en que grupos causan furor, repugnancia, indiferencia o simplemente son desconocidos. Como pueden ustedes imaginar, todo su conocimiento de goatse y su aplicación práctica funciona de maravilla en foros y canales de IRC frecuentados por jóvenes gamberros aburridos. No intenten sin embargo abrir una nueva discusión en el foro de fans de Bisbal al grito de «All your base are belong to us» pues lo único que conseguirán es que quince años no tengan sus amores. Siendo sinceros no lo intenten ni en ese foro ni en ningún otro, la frase ya está lo suficientemente quemada. Guárdenla para referencias cultas o para meterse con el inglés de alguien.

Eran otros tiempos. Los videojuegos no erán la bestia económica en los que se han convertido. La originalidad, libertad y facilidad para crearlos nada tienen que ver con lo que se vive ahora. Alexey Pajitnov sin ir más lejos creo el Tetris en horario laboral y Rémi Herbulot contaba que harto de sus quejas alguién le espetó un «pues hazlo tú«, se lo tomó en serio, se compró un libro de programación y de ahí nació el Macadam Bumper. Pero no es de la parte romántica de lo que quería hablar, quería hacerlo de la poca profesionalidad y la ineficacia. Y esto nos lleva al Zero Wing, arcade de los de antes: scroll horizontal, nave con disparos a mejorar y a matar cualquier cosa que asomase la nariz. Salió en 1989 para la Sega Megadrive y su fama le hizo viajar a occidente. Y ahora llegamos a esa imaginaria escena que yo tantas veces me he imaginado y a la que me permito añadir ciertos toques hispanos que tanto nos caracterizan:

– Japonés A: Oye, va a ser que esos málditos occidentales de ojos como platos no van a entender el japonés, ¿verdad?.
– Japonés B: Pues no creo yo.
– Japonés A: Más bien lo digo porque habrá que contratar a un traductor.
– Japonés B: ¿Pero tú sabes lo que cuesta eso?. Si sale más caro que todo el presupuesto para el juego.
– Japonés A: ¿Tú no tenías un chiquillo en primaria aprendiendo inglés?
– Japonés B: Pues ahora que lo dices…

Total, que el chiquillo le pondría buena fé, pero eso no bastó y quedó una traducción para el olvido. Si no fuera porque no se olvidó. Sí señores y señoras, el quid del asunto es ni más ni menos ese, ¡está mal traducido! y para los que no sepan inglés viene a significar algo así como «Toda vuestra base está siendo pertenecida a nosotros». Y sí, se podría haber olvidado sin más si no fuera porque a los simpáticos y aburridos habitantes del planeta Internet se les ocurrió hacer cosas como esta.

Sin más me despido y les emplazo al siguiente post que, prometo, será una tira.

PD: He añadido un link a la descarga del Macadam Bumper para que los nostálgicos suelten la lagrimita y el resto no entienda nada.